Por: Sergio Mendoza para la Nube y la Red de Medios de Investigación
En La Paz, todavía está fresco el recuerdo de la crisis del agua que se desató a finales del 2016. Los vecinos de varios barrios de la hoyada hacían fila con baldes para llenarlos en cisternas resguardadas por militares para evitar cualquier pelea entre paceños desesperados. La gente recorría largos trayectos en busca de algún baño que sí tuviera reservas y así poder usar el inodoro o darse una ducha. Otros visitaban a algún vecino “suertudo” que tenía bajo su piso un milagroso manantial, o un tanque de reserva: un tesoro en esos momentos. Los afectados tomaban austeras duchas, a chorritos, de un recipiente para enjuagarse.
Ese incómodo recuerdo podría cobrar vida, nuevamente, tarde o temprano, si las autoridades de los distintos niveles de gobierno no coordinan esfuerzos y no se enfocan en dos elementos clave identificados por los expertos: aumentar las reservas de agua y evitar su evaporación. Por supuesto, a esto debe sumarse la conciencia de la población para hacer un uso racional del líquido elemento.
La mayoría de los glaciares que proporcionaban agua a La Paz se han derretido o están en proceso de desaparecer debido al calentamiento global. Y aunque la idea general es que cada año llueve menos en esta región del país, Marcos Nordgren, investigador de la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático (PBFCC), afirma que en realidad la cantidad de lluvia no bajó (afortunadamente), pero sí se acortó el periodo en el que cae. Esto hace que se disponga de menor tiempo para almacenar la lluvia, principal fuente para el agua potable en la Sede de Gobierno, y que en las épocas secas el riesgo de revivir una crisis como la del 2016 sea más alto.
Por otro lado, el calentamiento global también ha acelerado el ritmo de evaporación de los reservorios de agua en un 5% por década (desde 1985 al 2018), de acuerdo a una investigación del 2022. Entre un 40% y 60% del agua de un reservorio puede perderse por la evaporación, apunta Nordgren.
Por ello, el investigador sugiere que se debe aumentar con urgencia la capacidad de almacenamiento de agua con nuevos reservorios (represas) y evitar su evaporación mediante distintos métodos que ya se prueban a nivel internacional.
Edson Ramírez, investigador del Instituto Hídrico de la Universidad Mayor de San Andrés, recuerda que el aporte de los glaciares al abastecimiento de agua potable en La Paz es sólo del 10%, por lo que, al igual que Nordgren, afirma que los esfuerzos deben orientarse a ampliar las capacidades de almacenamiento. Propone, por ejemplo, proyectar embalses en la región amazónica, donde llueve más, para después desviar el agua hacia esta región más seca.
Asimismo, explica que la evaporación del agua dependerá de la superficie del reservorio y su profundidad: mientras mayor es la superficie y menor la profundidad, la evaporación es más alta. Estos son, a su juicio, elementos que se deben tener en cuenta al momento de construir nuevas represas.
Comparación del tamaño de los glaciares próximos a La Paz entre 1984 y 2022. Fuente: Google Earth
Además, se debe considerar estrategias creativas para evitar la evaporación. Éstas van desde el uso de telas de sombra, hasta la instalación de paneles solares flotantes (que además podrían capturar energía solar) o compuestos químicos que se colocan sobre la superficie del agua.
Pero no se debe dejar de lado otras estrategias importantes como la cosecha de agua de lluvia, el uso eficiente del agua potable (no emplearla en el lavado de coches o “largar” los inodoros), reciclar el agua que utilizamos, e impulsar una agenda internacional para frenar el cambio climático.
Una eterna intervención y casi ninguna coordinación
La Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (EPSAS) fue intervenida en abril del 2013 por el gobierno de Evo Morales. Entonces se anunció que la intervención duraría seis meses y cumplido ese plazo la administración debía pasar a manos de los municipios del área metropolitana de La Paz; pero esto no ocurrió hasta la fecha.
La responsable de Servicios Ambientales de la Alcaldía de La Paz, Gabriela Rivera, informa que se tiene grandes dificultades en el acceso a información y coordinación con EPSAS, que sigue intervenida y bajo el control del Gobierno central. “Todos hacemos campañas por nuestro lado para cuidar el agua, y creo que es importante unir fuerzas”.
La falta de coordinación entre los distintos niveles de gobierno es un reflejo de la división y radicalización política en el país. En última instancia, estos desacuerdos y rencillas afectan directamente a la población.
La senadora de oposición Cecilia Requena afirma que La Paz carece de planes suficientes a mediano y largo plazo para afrontar nuevamente una situación como la de aquél entonces.
“Ni siquiera hemos tenido la capacidad de generar planes en el corto plazo, que son los de emergencia. Nos hemos dejado sorprender en 2016 por la situación”, expresa la legisladora. Comenta que en el caso de La Paz la problemática es transversal a toda el área metropolitana y que tanto cuencas, lagos y nevados deben ser resguardados con acciones integrales entre municipios, Gobernación y Gobierno central.
Requena considera que las políticas públicas que tienen el rótulo de “desarrollo” por delante, van en contra del cuidado de los recursos naturales. “O sea, se promueve desde el Estado un agravamiento de estas condiciones ante las cuales, más bien, deberíamos desarrollar políticas públicas de resiliencia. ¿Cuáles son? Por ejemplo, cuidar el bosque; y eso es lo que ha negado nuestro Presidente en la Cumbre amazónica”, observa.
Rivera coincide con los expertos en que el número de reservorios de agua debe incrementarse y se deben aplicar técnicas para evitar su evaporación. «Sería genial aprovechar superficies tan amplias. Hay varios métodos, no sólo paneles solares que sería carísimo y no parece tan viable, pero sí hay otras técnicas que utilizan aceites para hacer una capa en la superficie y así evitar la evaporación. Es pertinente implementar este tipo de medidas», dice Rivera.
No obstante, recalca que con la intervención de EPSAS, el municipio sólo puede mantener una posición favorable hacia estas sugerencias y coadyuvar en el marco de sus competencias hasta que la empresa pública deje de estar bajo el control central y pase a los municipios.
La Nube intentó contactarse, a través de un cuestionario digital y llamadas telefónicas, con algún vocero de EPSAS para conocer su posición al respecto, así como las estrategias desarrolladas para evitar una crisis de agua en La Paz. Pero hasta el cierre de esta edición (29 de septiembre) no hubo respuesta.
Un futuro poco prometedor
La provisión de agua para La Paz en el futuro a corto y largo plazo es poco prometedora si no se toman las acciones necesarias y previsiones. “Nadie puede saber lo que ocurrirá con exactitud, pero nosotros nos remitimos a las exposiciones académicas, y los expertos señalan que el cambio climático es inevitable y está a la vuelta de la esquina. Entonces tenemos que hacer algo al respecto”, manifiesta Rivera.
A lo largo de la historia de la Humanidad se han dado migraciones masivas por sequías extremas. En lo más próximo geográficamente, en Potosí, entre las décadas del 80 y el 90, hubo desplazamientos hacia otros puntos del país por esa causa y lo mismo podría ocurrir en La Paz, anticipa Nordgren. “Si esta escasez de agua se agudiza en los próximos años será imposible sostener grandes poblaciones en esta región del país”.
El fantasma del 2016 podría regresar, con racionamientos y los consecuentes conflictos sociales que desencadena la desesperación de conseguir un poco de agua.
La Red de Medios de Investigación está conformada por La Brava, Acceso Investigativo, Guardiana Bolivia y La Nube.