El daño a la cuenca alta del Pilcomayo causa migración de pobladores, cierre de escuelas, desertificación del suelo y centros de salud que recomiendan no tomar el agua del río. Hay 13 metales pesados en el agua que sobrepasan los parámetros de la ley de medio ambiente y de salud.
Por: Jorge Hernán Quispe Condori
Florencio Uyuquipa, natural de Viña Pampa, Potosí, bordea los 70 años y Marcelina Lennis, que vive en Tuero Chico, Chuquisaca, está cerca de cumplir cinco décadas. A estas alturas de sus vidas, los dos afrontan dramas distintos, pero ambos apuntan a una misma causa: la contaminación del río Pilcomayo y sus afluentes aportantes.
Las sospechas de Marcelina y Florencio sobre la contaminación de sus ríos ahora tienen sustento técnico y científico. Un análisis sobre la calidad del agua que se hizo durante los últimos 15 años en la cuenca y subcuenca del Pilcomayo demuestra la presencia de 13 metales pesados, tales como el cadmio, plomo, arsénico, cromo entre otros. Además, por los niveles de pH (potencial de Hidrógeno) ya no es posible ni la vida acuática en algunas zonas, por la acidez del agua, como en los ríos Colavi y Canutillos, aportantes del Pilcomayo.
El 23 de julio de 2022 no fue un día cualquiera, la rotura de un dique de colas de la Federación de Cooperativas Mineras (Fedecomin) en Agua Dulce Potosí, vino a recordar que la actividad minera iniciada hace más de 500 años en la cuenca alta del Pilcomayo sigue presente y de manera precaria, frente a un Estado que no fiscaliza hasta que pasa un desastre como ese.
Donde está parado Florencio queda a 200 metros del río Pilcomayo y a los mineros los llama “malhechores”. Estos llegaron hasta sus sembradíos de Viña Pampa para ofrecerle dinero a cambio de que no los denuncie por el derrame de tóxicos del dique de Agua Dulce. Dice que no ha aceptado la oferta, recuerda que junto a otros agricultores recogieron el lodo negro y plomizo en botellas de plástico, hasta terminar con las pantorrillas ennegrecidas, querían reducir el daño de sus cultivos.
Los que viven a orillas de este río trinacional son principalmente campesinos como don Florencio e indígenas en la cuenca media y baja, como por ejemplo los Weenhayek, Guaraní y Tapiete en Bolivia, los Nivaclé en Paraguay y los Wichí en Argentina. Entre todos suman aproximadamente 65 mil nativos, según la Fundación Proyungas. Su existencia está centrada en la pesca, como único modo de vida, como en algún momento fue para los urus de Oruro, que se vieron forzados a migrar desde el 2015 tras la contaminación minera del lago Poopó.
Este fenómeno se siente en la cuenca alta del Pilcomayo, un primer síntoma está en la estadística escolar. Entre 2021 y 2022 disminuyó en 7,7% la cantidad de estudiantes en el municipio de Tacobamba, cuando la tasa departamental en Potosí fue 3,2% en ese mismo periodo, mientras que la nacional de abandono escolar no superó el 2% anual en los últimos 7 años, según el Ministerio de Educación. En otras jurisdicciones como Yotala, Chuquisaca, hasta se han cerrado unidades educativas.
Para esta investigación del medio digital Bolivia Verifica y Acceso Investigativo en alianza de difusión con Una Palabra y Correo del Sur se analizaron datos sobre metales pesados en la cuenca y subcuenca del Pilcomayo de los últimos 15 años, se realizaron una veintena de entrevistas a expertos, pobladores, mineros y autoridades ambientales, además de haber revisado media docena estudios científicos y expedientes judiciales, se visitaron más de tres comunidades y se enviaron solicitudes de información a organismos de educación en Potosí.
Agua que no has de regar
Las evidencias vienen desde el siglo pasado y el problema persiste en la actualidad. En 1998 la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) realizó un estudio titulado “El impacto ambiental del sector minero desde La Rivera hasta Puente Méndez”, que alertó sobre la contaminación minera del Pilcomayo en comunidades de Viña Pampa y San Antonio (Betanzos, Potosí) y Tuero Chico (Chuquisaca). Ahí se debe duplicar o triplicar la semilla para obtener un 60 ó 70% de producción de hortalizas que normalmente se consigue en suelos limpios.
A 26 años de aquel estudio, Nicanor Tórrez, quien es agricultor de Viña Pampa, dice que la situación no ha cambiado, invierte el doble en semillas y químicos para obtener una producción “mediana”.
La presencia de metales pesados no sólo repercute en la pérdida de fertilidad de los suelos, porque se solidifican otros elementos y las plantas se enferman por intoxicación, hay efectos en los animales y todo lo que significa el ciclo del agua, sintetiza Leonor Castro, vicepresidenta de la Asociación Sucrense de Ecología (ASE), organización que en 2012 publicó un estudio titulado “Contaminación minera llega a los suelos con metales pesados”.
La explicación de Castro tiene relación con las consecuencias que sufren los animales de don Florencio en la cuenca alta del Pilcomayo, pues, en noviembre de 2023 ha tenido que sacrificar un chivo porque nació con las patas en la espalda, además de un cerdo con cuatro cabezas y ocho patas. Para él la desgracia está en el río, el que debería ser fuente de vida, pero que trae metales pesados en sus aguas.
Y es que el informe de interpretación del Centro de Análisis Investigación y Desarrollo (CEANID) de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (UAJMS) de Tarija, sobre los datos de calidad de agua recogidos durante 15 años por la Comisión Trinacional para el Desarrollo de la Cuenca del Pilcomayo (CTN), muestra que en la estación de monitoreo del río Tacobamba, por ejemplo, el arsénico y manganeso en su forma total y disuelta llegaron a superar el límite admisible para la salud.
En palabras de los expertos de la universidad tarijeña, también hay concentraciones “alarmantes” de metales totales y disueltos con plomo, cadmio, arsénico, manganeso, zinc y cobre en los puntos de muestreo de Canutillos 1 y Canutillos 3, que están dentro del municipio de Tacobamba. Lo que significa una fuente de contaminación significativa en esta área.
Además, “Canutillos 1 y Canutillos 3 tienen pH de 2.8 y 2.92 respectivamente. Son los puntos más críticos. En esos dos lugares la cantidad de metales es bien elevada”, resume Jimena Durán Durán, especialista en calidad del agua del CEANID. A la vez, complementa que esos niveles significan aguas ácidas, donde no es posible la vida acuática.
Aguas abajo, Nicanor Tórrez, agricultor de 60 años de edad oriundo Viña Pampa en el municipio de Betanzos, Potosí, cuenta que no tiene otra alternativa que regar sus sembradíos “con esa agua negra y medio espesa” del Pilcomayo que generan los mineros. Luego, en los surcos de sus terrenos se sedimenta “una tierra negra”.
Al frente de Viña Pampa, en el otro lado del río Pilcomayo vive Marcelina Lennis, de 45 años de edad, una de las pocas agricultoras que se quedó en la comunidad de Tuero Chico dentro del municipio de Yotala, donde también vieron reducir la producción agrícola por el agua negra. “La contaminación ha dañado todo, ahora ya no produce nada. Antes se producía papa, choclo y hasta papaya, ahora el agua es negra y a veces más feo es su color”.
La contaminación ambiental por metales pesados no sólo alcanzó al río Pilcomayo, sino también a los suelos agrícolas que están en las riberas. Según un estudio de la ASE en 2012 con el laboratorio Spectrolab de la Universidad Técnica de Oruro, publicado el 2014, en la parcela La Mendoza encontraron 0,008 miligramos de mercurio por cada kilo de tierra, cuando el máximo permitido es 0,002.
Los alimentos no están exentos de esta problemática. La Defensoría del Pueblo mediante un estudio titulado “Situación de los Derechos Humanos de los Habitantes de las Riberas del Río Pilcomayo” publicado en 2010, encontró plomo en lechuga, zanahoria, remolacha y cebolla, en concentraciones de entre 2,35 y 15 microgramos por kilo, cuando lo permitido es 0,3. Los niveles de este metal en el pescado también fueron excesivos, de acuerdo a los estándares de la Comisión Europea.
En Puente Méndez, cerca de Viña Pampa y Tuero Chico, en las 24 campañas de muestreo de agua realizadas entre 2007 y 2022 por la CTN e interpretadas por la UAJMS, el plomo es un metal que siempre estuvo presente por encima de las normativas de salud y la reglamentación de la Ley de Medio Ambiente 1333 de Bolivia, alcanzando incluso 1.500 veces más del límite admisible.
En algunos mercados de Potosí y Sucre, ciertos productos agrícolas procedentes del río Pilcomayo o sus cercanías son rechazados por los consumidores, según el senador de Comunidad Ciudadana, Santiago Ticona, que junto a otros legisladores impulsó una acción popular en defensa del Pilcomayo, pero que fue rechazada por la justicia.
“Cuando les preguntas de dónde proceden, los agricultores temen decir que es del Pilcomayo, porque si lo hacen no les compran, por la contaminación minera”, comenta Ticona.
Nicanor Tórrez y Florencio Uyuquipa, pobladores de Viña Pampa, y Marcelina Lennis de Tuero Chico, están en la zona de la estación Puente Méndez donde se analizó la presencia de 13 metales pesados, y sienten de primera mano los efectos negativos de estos tóxicos.
“Si tienes aguas con elevados contenidos de sodio estás afectando tu suelo. Por ejemplo, cuando usamos el agua para el riego y si tiene ciertos metales perjudica la tierra, porque son sales que tiene elevados niveles de metal y eso perjudica al desarrollo de la agricultura”, expone Jimena Durán, experta en calidad de agua del CEANID. Los metales pueden acumularse en el suelo contaminando potencialmente los cultivos, añade la experta.
Por otro lado, el estudio “Contaminación por metales pesados del sistema de drenaje Río Chilco-Río Tupiza, Sur de Bolivia” que se publicó en 2007 de manera conjunta con la Universidad Tomás Frías de Potosí, demostró que en 2003, las autoridades de los departamentos de Tarija, Chuquisaca y Potosí declararon el curso del río a partir de la mina Abaroa hasta la región baja del Pilcomayo, como “zona de emergencia hidrológica”, por la contaminación minera. Los ingenios aún trabajan, pese a la declaratoria.
Migrar o sobrevivir
Si Florencio Uyuquipa y Nicanor Tórrez sienten que la producción agrícola se redujo en Viña Pampa, en Tuero Chico que está en la otra banda del río Pilcomayo, en territorio Chuquisaqueño, Marcelina Lennis se lamenta porque la contaminación también provocó la migración y el cierre de la unidad educativa de esa comunidad en 2022. Otra escuela se cerró en Palamana en 2021, mientras que en Tacobamba y en Betanzos también hay reducción estudiantil.
Pasando Puente Méndez en territorio potosino y luego de atravesar un puente colgante de 208 metros de largo y tres de ancho sobre el río Pilcomayo, se encuentra la comunidad de Tuero Chico en Yotala, Chuquisaca.
Allí en sus buenos tiempos, unas 50 familias vivían de la pesca y la producción de papa, choclo y frutas, pero en los últimos años, la gente abandonó la zona y ahora menos de 20 familias habitan el lugar. Todos apuntan a la contaminación minera como causa de la migración.
“Ya no se produce nada, porque el agua ya está totalmente contaminada, es sucia, negra y daña a todos los cultivos. Yo siembro un poquito, pero ya no alcanza para vender, no hay plata para mantener a los hijos y parece que hasta la tierra está cansada”, lamenta Lennis, una mujer que es de las pocas pobladoras de Tuero Chico. Sus tres hermanos dejaron esa región hace una década.
El daño ambiental en la comunidad Tuero Chico no es reciente, data desde 1996, cuando la gente empezó a abandonar este pueblo y el 2022 se quedaron con un estudiante, por lo que se cerró el único establecimiento educativo del lugar. Así lo confirmó Víctor Hugo Coronado, exdirector distrital de Educación del municipio de Yotala y ahora director departamental de Chuquisaca.
“La contaminación ha afectado y las familias han migrado, porque ya no se podían mantener (económicamente y vivían de la producción agrícola). Entonces, como no hay producción, las familias migran”, ratifica Coronado.
La escuela Tuero Chico está a menos de 200 metros del río Pilcomayo. Ahora luce abandonada, tiene cinco aulas, en el interior de los ambientes sólo quedan algunas láminas educativas polvorientas y una imagen de la virgen Santa Rosa de Yotala, que recuerdan la actividad escolar que había antes de 2022.
“Los niños se han ido, hasta mi hijito pasa clases ahora en Tasapampa (comunidad vecina)”, relata Lennis en medio de una pequeña calle donde al menos tres casas están abandonadas.
A unos 30 minutos de ese lugar, se ubica Palamana, otra pequeña comunidad chuquisaqueña. El sitio es conocido por sus habitantes que en su mayoría son de la tercera edad.
“Aquí en 2021 se ha cerrado la escuelita porque ya no hay niños”, narra Evaristo Subia, un hombre que bordea los 70 años de edad. Allí, las calles son estrechas, las casas son de adobe, y la mejor construcción es la escuela Palamana, que incluso tiene una cancha de futsal, pero no hay niños y menos jóvenes.
Allí, la unidad educativa que se cerró en 2021 albergaba en sus buenos tiempos hasta 40 niños. “La contaminación minera ha hecho que ya no tengamos agua para cultivar y las familias se han ido”, indica Evaristo.
El director Departamental de Educación (DDE) de Potosí (2023), Germán Salvador, admitió que existe reducción estudiantil en el municipio de Betanzos. Según la autoridad, la migración no es aguda, aunque no pudo demostrar con documentos esa aseveración. En contraste, la Alcaldía de ese municipio entregó un Centro de Salud bajo el justificativo que es para “disminuir la tasa de migración temporal”.
En otro municipio, Genesio Ayaviri, que en 2023 era director Distrital de Educación de Tacobamba, confirmó la reducción escolar y cree que los jóvenes de los últimos grados de secundaria se van a Potosí para trabajar en las minas y comprarse celulares. Según sus datos, cada año hay un decrecimiento; de 2.028 estudiantes en el año 2021 a 1.961 en 2022 y a 1.870 hasta octubre de 2023. A esta jurisdicción pertenecen las comunidades mineras de Canutillos y Colavi, dos de las más afectadas por la presencia de metales pesados en sus ríos.
El asesor jurídico en Medio Ambiente del Concejo Municipal de Potosí, Camilo Vera, insiste en que la contaminación minera “genera el cambio de rutina, el cambio de vida y la migración, entonces el impacto social es complicado”.
Sin control y la salud en riesgo
No todas las actividades mineras operan legalmente en el departamento de Potosí. De acuerdo a los datos proporcionados por la Unidad de Gestión Ambiental de la Gobernación de Potosí, de 306 actividades mineras que lograron identificar (cooperativas, ingenios, comercializadoras y actividades de prospección y exploración) en 2023, unas 106 (34%) operaban sin licencia ambiental.
Para Vera, las gobernaciones y el Gobierno Central no canalizan las denuncias y los reclamos sobre contaminación minera, a pesar que la Constitución Política del Estado y el Reglamento General de Gestión Ambiental les dan esa atribución. “Ningún ingenio minero puede operar sin licencia ambiental, pero no se cumple”, advierte.
Celestina Cuéllar, agricultora de Viña Pampa, revela que algunos niños presentan problemas de salud. El médico del centro de Salud de Tasapampa, Noé Calderón, que está a unos cinco kilómetros de Viña Pampa, descartó casos neurológicos en niños, no obstante, recomienda a las mujeres gestantes y a los niños no consumir agua del Pilcomayo.
Roberto Lima, secretario de Madre Tierra de la Gobernación de Potosí (2023), minimiza el problema y asegura que los pobladores saben potabilizar el “agua con plantas”. Su cargo depende de Marco Copa, quien es un minero cooperativista que asumió como Gobernador suplente de Potosí en septiembre de 2022. Entre tanto, el asesor jurídico Vera recuerda que la bioacumulación de plomo en el organismo humano es peligrosa, uno de sus principales efectos es el retardo mental.
Algunos pobladores de las zonas contaminadas no tienen otro camino que consumir el agua del río Pilcomayo. El informe de JICA de 1998 advirtió que los problemas dérmicos principalmente en las manos y los pies, además de las diarreas con malestares estomacales son las “dos afecciones más representativas en el puesto de salud de Tuero Chico”, las cuales están asociadas a la presencia de metales pesados.
La huella tóxica y una justicia que no ve
No importa cuánta evidencia técnica y científica se recabe sobre este problema. Hasta ahora a la Justicia y al Gobierno nacional les han parecido insuficientes las pruebas sobre la contaminación, estudios como el de la UAJMS, otro reporte de la Sociedad Potosina de Ecología (SOPE), uno de la Defensoría del Pueblo y otro de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) confirman la contaminación por metales pesados en el Pilcomayo y sus consecuencias en las actividades agrícolas y humanas.
Para el último incidente, el de la ruptura del dique de colas de Fedecomin, el 25 de julio de 2022, la concejal Menacho y el abogado ambientalista Camilo Vera recorrieron 32 kilómetros por la huella tóxica y ratificaron que el daño ambiental llegó hasta el río Pilcomayo; por Puente Méndez, Viña Pampa y Tuero Chico. El estudio de la Sociedad Potosina de Ecología también coincide con ellos.
Ante esa situación, Menacho presentó una denuncia penal contra Fedecomin, incluso la Fiscalía se presentó al inicio como parte querellante, pero entre agosto y noviembre de 2023 retiró la ampliación de la imputación aunque continúa siendo parte principal del proceso contra los cooperativistas. El caso se encuentra en el Juzgado de Instrucción Penal Segundo del Tribunal Departamental de Justicia de Potosí.
Los senadores de Comunidad Ciudadana (CC); Santiago Ticona Yupari, Cecilia Requena Zárate y Nelly Gallo Soruco presentaron el 11 de octubre de 2023 una Acción Popular que contenía 20 informes y el testimonio de un líder indígena weenhayek sobre la contaminación minera con metales pesados en el Pilcomayo, sin embargo, en menos de 20 días la Sala Constitucional Segunda de Tarija negó la petición que buscaba la conservación de este río.
“Escuchar a esas autoridades, que en complicidad con los abogados del Ministerio de Medio Ambiente, de Salud y de Minería, dicen que no existe contaminación en el río Pilcomayo es estar fuera de la realidad y la verdad nos da mucha pena”, comentó Ticona a tiempo de aclarar que la Justicia no analizó las pruebas presentadas y les negó la tutela bajo el argumento de que, en calidad de legisladores, no están en la facultad de presentar un recurso de esas características.
No son los únicos casos, en 2005 se presentó otro proceso penal interpuesto por los entonces parlamentarios de Chuquisaca, alcanzando la etapa de la imputación formal en contra de los ingenios mineros potosinos, pero los acusados plantearon la incompetencia del juez instructor segundo en lo penal de Sucre y lograron que el 10 de noviembre de 2006, el Juzgado de Instrucción Primero en lo Penal de Potosí, declare la extinción de la acción penal.
Mientras la justicia mira para otro lado, a los pobladores como don Nicanor de Viña Pampa, no les queda más que organizarse y luchar para sobrevivir desde sus tierras, tampoco tienen otro lugar para irse.
Lourdes Tapia, de la SOPE, no tiene dudas de que exista cierta protección del Gobierno hacia la actividad minera y en particular a los cooperativistas mineros, un sector social afín al Movimiento Al Socialismo (MAS).
“La posición del Gobierno en defensa de la actividad minera es más que evidente, pese a los testimonios de la gente de comunidades”, apunta la especialista.
El presidente de Fedecomin, Edilberto Huanaco, descartó la contaminación en el Pilcomayo. “No, no. Aquí todo se ha cumplido ese trabajo (de remediación ambiental) la limpieza y el ingenio ha estado paralizado un año y cuatro meses. Recién quieren hacerlo funcionar y estamos haciendo todos los papeles tramitando con medio ambiente y autorizaciones recién estamos haciendo”, respondió el minero cooperativista.
Subestimar el daño
Roberto Lima, de quien su cargo como Secretario Departamental de Madre Tierra de Potosí depende de un Gobernador proveniente del sector minero cooperativista, niega que haya contaminación minera en el río Pilcomayo.
“Si fuera contaminación ya no existirían ni los animalitos, ni el que le está hablando (Lima) porque estaríamos todos contaminados. Gracias a Dios, él puso un equilibrio a la naturaleza, nos ayuda a que en el transporte del recurso hídrico se sedimenta y se evapora”.
El 19 de agosto de 2022, el entonces viceministro de Medio Ambiente, Magin Herrera, informó que no existe contaminación del río Pilcomayo en el sector de Agua Dulce en Potosí, donde un mes antes se rompió un dique de colas de Fedecomin. No se pronunciaron oficialmente más sobre el tema desde ese despacho.
Contaminación del Pilcomayo en sector Tuero Chico, Yotala en julio de 2022 luego de la rotura del dique minero de Agua Dulce / Crédito: Federal Noticias
“Se han tomado siete muestras de agua que arrojan un pH (potencial de Hidrógeno) de siete cuando hablamos de siete allá no hay afectación a la vida (…) asimismo, se han tomado muestras de la presencia de metales, en cantidades muy bajísimas hierro 3,44, plomo 0,32, cadmio. La cantidad total de estos sedimentos alcanza a un total de 13.085 m3 (metros cúbicos)”, dijo la autoridad en conferencia de prensa en ese entonces.
Marissa Castro, directora General de Límites y Aguas internacionales de la Cancillería de Bolivia, recordó que mediante la Comisión Trinacional para el Desarrollo de la Cuenca del Pilcomayo se hace un monitoreo de calidad de agua y según ella, los resultados siempre estuvieron dentro de los rangos permitidos.
No obstante, la interpretación de la UAJMS sobre los datos de la institución que menciona Castro, determinó la presencia de al menos 13 metales: arsénico, cadmio, cobre, cromo, hierro, manganeso, mercurio, níquel, plata, plomo, zinc, boro y selenio que, sus niveles varían de acuerdo a cada estación, pero por años continuos superan los máximos admisibles según Ley 1333, Normativa Boliviana 512 y OMS.
Ariel Basteiro, que a fines de octubre de 2023 aún se desempeñaba como Embajador de Argentina en Bolivia, se mostró más consciente de esta problemática y pidió al Estado boliviano ejercer “un control más estricto” sobre la cooperativas o empresas mineras que operan en Potosí, porque el río no sólo da agua, sino también alimento a pueblos indígenas del norte argentino y de Paraguay que viven de la pesca.
Mientras Florencio Uyuquipa, agricultor de Viña Pampa, hace cálculos para comprar el doble de semilla para tratar de tener una producción regular, Marcelina Lennis evalúa si se quedará en Tuero Chico y Nicanor Tórrez, el agricultor de Viña Pampa se pregunta ¿por qué las personas de ahora viven menos tiempo? “Rapidito están envejeciendo, mis menores me están ganando en envejecer”. Ahora la contaminación cobra factura a los agricultores y pobladores cercanos al río Pilcomayo.
Investigación y reportería: Jorge Hernán Quispe Condori
Fotos y videos: Marco Quispe
Ilustraciones y gráficas: Marco Quispe y Acceso Investigativo
Apoyo editorial y edición: Acceso Investigativo “
Esta investigación fue realizada con el apoyo del Fondo Spotlight XVII de la Fundación para el Periodismos (FPP) y Acceso Investigativo, en el marco del proyecto El Pilcomayo a Profundidad, con el apoyo de la Fundación Avina, financiado por Voces para la Acción Climática (VAC)”.